SEGUNDA BITÁCORA
8-9 de Mayo de 2012. República Dominicana
Hermanos...
estamos en el fin de semana, y queremos compartirles un poco de nuestro
itinerario en el Encuentro formativo, el cual, hemos de decir, nos ha
sido muy satisfactorio.
Cada
día hemos empezado la jornada ofreciendo a Dios nuestra jornada de
trabajo en el altar de la Eucaristía. Luego de desayunar y prepararnos,
iniciamos la sesión de trabajo de la mañana.
El día martes, iniciamos compartiendo nuestras experiencias personales de dos hechos de vida en que nos
sentimos satisfactoriamente acompañados y otro hecho en que no nos sentimos así. Al
final, recogimos nuestras reflexiones en una conclusión… hay que tener una
enorme paciencia con los hermanos, pero a la vez hay que tenernos a nosotros mismos
mucha paciencia.
El
viento
impetuoso es símbolo de la fuerza de voluntad… el terremoto expresa la
dimensión emotiva de la persona... y el fuego refiere a la dimensión
afectiva de la persona, pero la acción formativa, y la acción del
Espíritu no se reduce solo a estas dimensiones. La síntesis está
expresada en el último elemento: la voz del
silencio. Los mismos elementos aparecen en el relato de Pentecostés
(Hechos
2,2-6)… entonces, el mensaje es: el Espíritu está presente… la voz sutil
es esa que nos
hace decir “Abba”. Si algo marca la experiencia de ser acompañado es la
experiencia de experimentar la filiación, ser hijo guiado, acompañado,
conducido. Tenemos que ser hermanos de nuestros formandos, amigos... no
necesariamente. Debemos ser compañeros de camino, pero también estamos llamados a
ejercitar una verdadera y auténtica paternidad en la formación, sin
confundirnos con el paternalismo, ni malinterpretar el roll de la paternidad.
Si de veras buscamos la filiación común con Dios, no se correrá ese riesgo.
También
abordamos, entre otros, el tema de las terapias y terapeutas
psicológicos y de los confesores
de los formandos... sus roles en la fraternidad y en los escrutinios...
los cuales deben hacerse sobre el fuero externo, no
sobre el fuero interno. La psicología en los procesos formativos, nunca
debe
tener un rol protagónico. También hicimos alusión a las terapias
psicológicas largas en los formandos, y en qué momentos y lugares es
mejor realizarlos.
Luego,
se dio un espacio para que los participantes hicieran consultas o manifestaran
inquietudes, sinsabores, desafíos, logros, problemáticas, del campo de la formación,
y en el contexto de nuestras propias Circunscripciones.
Uno de los riesgos es la fatiga de la empatía (o de la compasión): “hice
tanto por la formación… pero no me lo han valorado y la Circunscripción, o el
Ministro, tira abajo los criterios, los informes… etc., solo vienen críticas de
los otros hermanos (aunque nunca hayan trabajado en la formación)… etc., etc.”.
Este tipo de fatiga es mucho más frecuente que en cualquier otro tipo de
trabajo de relación con personas.
Por
la tarde realizamos, de modo personal, el test del MBI (Inventario de “Burnout” de Maslach). Luego se hizo una
evaluación personal, con una reflexión general abierta. Entre otras cosas, vemos que la personalidad
del formador, tiene mucho que ver en la posibilidad de quemarse o no. También
incide el contexto ambiental y relacional en el que se mueve la persona, un contexto
difícil puede contribuir a que alguien se “queme”. Es importante analizar los
contextos.
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