SEGUNDA BITÁCORA
8-9 de Mayo de 2012. República Dominicana
Hermanos...
estamos en el fin de semana, y queremos compartirles un poco de nuestro
itinerario en el Encuentro formativo, el cual, hemos de decir, nos ha
sido muy satisfactorio.
Cada
día hemos empezado la jornada ofreciendo a Dios nuestra jornada de
trabajo en el altar de la Eucaristía. Luego de desayunar y prepararnos,
iniciamos la sesión de trabajo de la mañana.
El día martes, iniciamos compartiendo nuestras experiencias personales de dos hechos de vida en que nos
sentimos satisfactoriamente acompañados y otro hecho en que no nos sentimos así. Al
final, recogimos nuestras reflexiones en una conclusión… hay que tener una
enorme paciencia con los hermanos, pero a la vez hay que tenernos a nosotros mismos
mucha paciencia.
También
realizamos una reflexión a partir del texto bíblico de Isaías 19,1-21.
Acá, Elías experimenta el cansancio y el desánimo… pero un ángel
le reanima, invitándose a levantarse y comer. Elías se metió en una
cueva… incluso
se desea a sí mismo la muerte. Dios se dirige a él... ¿qué haces
aquí?... le invita a salir de la cueva, Elías se pone en pie, sale, y va
a la cima del
monte, porque el Señor va a pasar… el Señor no estaba en el huracán, ni
en
el terremoto, ni en el fuego… en cambio, se manifiesta en un cuarto
elemento: la voz de un silencio sutil (texto hebreo)… no se trata de un
fenómeno
atmosférico, sino de un fenómeno interior. Lo
que se narra en la Palabra de Dios es un evento del interior de Elías.
El
viento
impetuoso es símbolo de la fuerza de voluntad… el terremoto expresa la
dimensión emotiva de la persona... y el fuego refiere a la dimensión
afectiva de la persona, pero la acción formativa, y la acción del
Espíritu no se reduce solo a estas dimensiones. La síntesis está
expresada en el último elemento: la voz del
silencio. Los mismos elementos aparecen en el relato de Pentecostés
(Hechos
2,2-6)… entonces, el mensaje es: el Espíritu está presente… la voz sutil
es esa que nos
hace decir “Abba”. Si algo marca la experiencia de ser acompañado es la
experiencia de experimentar la filiación, ser hijo guiado, acompañado,
conducido. Tenemos que ser hermanos de nuestros formandos, amigos... no
necesariamente. Debemos ser compañeros de camino, pero también estamos llamados a
ejercitar una verdadera y auténtica paternidad en la formación, sin
confundirnos con el paternalismo, ni malinterpretar el roll de la paternidad.
Si de veras buscamos la filiación común con Dios, no se correrá ese riesgo.
El miércoles 9, iniciamos haciendo hincapié en que el formador debe CUIDAR (acompañar, guiar,
defender, empatar) a los otros, pero también CUIDAR-SE a sí mismo. Para
cuidar es importante ejercitar la Empatía… pero sin confundir el mundo del formando con mi mundo. Ahondamos
en este tema de la empatía, reflexionando en sus niveles (cognitivo y emotivo) con
los riesgos que implican… como por ejemplo, el “contagio emotivo”, o su polo
opuesto, el que no me importe nada lo del otro. El contagio y la desafección son
dos caras de que la persona que ayuda está en peligro de despersonalización.
También
abordamos, entre otros, el tema de las terapias y terapeutas
psicológicos y de los confesores
de los formandos... sus roles en la fraternidad y en los escrutinios...
los cuales deben hacerse sobre el fuero externo, no
sobre el fuero interno. La psicología en los procesos formativos, nunca
debe
tener un rol protagónico. También hicimos alusión a las terapias
psicológicas largas en los formandos, y en qué momentos y lugares es
mejor realizarlos.
Luego,
se dio un espacio para que los participantes hicieran consultas o manifestaran
inquietudes, sinsabores, desafíos, logros, problemáticas, del campo de la formación,
y en el contexto de nuestras propias Circunscripciones.
Muy
valiosa ha sido la reflexión acerca de la necesidad de que haya una
continuidad, un proceso gradual formativo, con criterio comunes, en cada
Circunscripción... pues si pasamos la pelotita de los pendientes a la
siguiente etapa, se malogra la vocación, pues cada
etapa tiene sus áreas propias para trabajar. Cada formando tiene un
proceso único, pero cada formador de cada etapa debería
saber lo que se hizo en cada etapa anterior, y es importante la
progresión (por
ello la importancia de los informes). Que cada etapa tenga “un
maestrito, con su librito”, esto no sirve. Tiene
que ser una labor de conjunto, con criterios comunes entre etapas. SON
NECESARIOS LOS ENCUENTROS DE LOS FORMADORES ENTRE ELLOS EN CADA
CIRCUNSCRIPCIÓN.
Uno de los riesgos es la fatiga de la empatía (o de la compasión): “hice
tanto por la formación… pero no me lo han valorado y la Circunscripción, o el
Ministro, tira abajo los criterios, los informes… etc., solo vienen críticas de
los otros hermanos (aunque nunca hayan trabajado en la formación)… etc., etc.”.
Este tipo de fatiga es mucho más frecuente que en cualquier otro tipo de
trabajo de relación con personas.
Por
la tarde realizamos, de modo personal, el test del MBI (Inventario de “Burnout” de Maslach). Luego se hizo una
evaluación personal, con una reflexión general abierta. Entre otras cosas, vemos que la personalidad
del formador, tiene mucho que ver en la posibilidad de quemarse o no. También
incide el contexto ambiental y relacional en el que se mueve la persona, un contexto
difícil puede contribuir a que alguien se “queme”. Es importante analizar los
contextos.
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